Píldoras: Matemáticas aplicadas a la vida real
Hace unos cuantos años estuve en
un congreso en Odessa, una hermosa ciudad ucraniana a las orillas del mar
Negro. El clima era agradable, había edificios preciosos y salvo los
científicos con los que hablaba el resto de la gente no entendía casi nada el
inglés. Y yo el ruso, mejor dicho el ucraniano, nada de nada.
No sé si le habrá pasado, pero resulta
duro eso de ir por la calle y no tener ni idea de lo que ponen los letreros de
las calles. Cuando quería comprar algo, ponía cara de interrogante,
hacía el símbolo universal de cuánto cuesta con el dedo pulgar y el índice y
les pasaba un papel y un boli para que apuntaran el precio. Una comida
decente costaba unos 150.000 cupones ucranianos, unas 400 pesetas de entonces.
La moraleja de esta anécdota es que aunque no sepamos muchos idiomas,
hay uno que es universal: las matemáticas. Todo el mundo entiende los
números. Las matemáticas son universales.
Con respecto a esto, hay una
curiosa anécdota referida a uno de los químicos más importantes de este siglo:
Josiah Willard Gibbs. Gibbs era un silencioso y retraído miembro de la
comunidad universitaria de la prestigiosa universidad de Yale. Sobre él se dice
que durante los treinta años que estuvo allí sólo pronunció un discurso.
Cuentan que su impenitente silencio lo rompió durante una acalorada discusión
de café acerca de qué disciplina, las lenguas clásicas, las lenguas modernas o
la ciencia, entrenaba mejor a la mente. Gibbs, con su habitual parsimonia, se
levantó y dijo:
- Señores, las matemáticas son
un lenguaje.
Y volvió a sentarse.
Ciertamente las matemáticas
son un lenguaje. Y un lenguaje universal. Por eso los científicos son capaces de
comunicarse unos a otros aunque no comprendan el idioma con quien comparten su
información. Pero lo más misterioso de todo es que las matemáticas son el único
medio que tenemos para entender el mundo que nos rodea. El lenguaje con el que
se expresa la naturaleza es el de las matemáticas y quien quiera leer ese libro
debe aprenderlas. No sabemos muy bien por qué esto es así. Es más, tampoco
tenemos claro que la Naturaleza sepa matemáticas. Quizá es el medio que
nosotros usamos para interpretar los hechos del mundo.
Ahora bien, no es difícil
escuchar todos los días frases como «las matemáticas nunca fueron mi fuerte» o
«no me hables de matemáticas; yo soy de letras». Incluso a veces podemos
escuchar a nuestro interlocutor vanagloriarse de que no tiene ni idea de
matemáticas, que a él le basta con sumar y restar. Este comportamiento forma
parte de cierta corriente social donde está bien visto declararse
analfabeto en cualquier cuestión relacionada con las ciencias. Algo
sorprendente, pues a nadie se le ocurriría sentirse orgulloso de no saber quién
era Cervantes.
Por desgracia, las
consecuencias del anumerismo matemático son graves. La vida cotidiana
está repleta de situaciones donde un conocimiento elemental de
matemáticas resulta fundamental para tomar una decisión adecuada. Esto
es especialmente exagerado en nuestra percepción de la probabilidad. Un ejemplo
lo tenemos en la llamada «falacia del jugador». Supongamos que
en la ruleta de un casino ha salido seis veces seguidas el color rojo. Los
jugadores suelen pensar que en la partida siguiente hay más posibilidades de
que salga negro cuando en realidad hay la misma que antes, un 50%.
http://www.muyinteresante.es/ciencia/articulo/pildoras-matematicas
revisado el 17/10/16
ACTIVIDADES:
Para realizar en
la libreta:
1. Realiza
la lectura y numera los párrafos
2. Explica
¿Qué tipo de texto es?. Arguméntalo
3. ¿Cuál
es la idea general del texto?
4. Parafrasea
las frases que se encuentran en negritas.
5. Escribe
las ideas principales de cada párrafo.
6. Anota el significado de las palabras subrayadas.
Para escribir en el blog:
1. Escribe
cuál es la idea principal de la lectura.
2. Argumenta:
¿Qué sería de tu vida sin las matemáticas?