Primer
Grado. Mayo
EL
BOSQUE DE LAS FRUTIFRACCIONES
José Andrés Lloret
Luís,
Pablo y María, se encontraron delante del puente de troncos que atravesaba el
río, los tres amigos estaban de vacaciones, el día era radiante y su decisión
firme, hoy en vez de piscina explorarían el bosque.
Durante
años habían creído que el bosque estaba encantado y que en él vivían extraños
duendes que no permitían salir a quienes se aventuraban a entrar en él. Sus
padres les habían contado esa historia cuando eran pequeños para evitar que
jugando pudieran perderse.
Los tres
se miraron, sonrieron y emocionados pusieron rumbo al bosque. Llevaban más de
una hora caminando cuando una extraña sensación les invadió. A su alrededor no
se escuchaba nada, solo había un inquietante silencio.
Los tres
amigos se miraron, aquello empezó a no gustarles. ¿Qué os parece si nos
volvemos?, total por aquí no hay nada que hacer. Dijo Luís, que era el más
prudente de los tres.
Vale.
Contestaron al tiempo Pablo y María.
Sin más
comentarios, giraron sobre sus pasos y emprendieron el camino de regreso.
Avanzaban
cada vez más rápido, pero tenían la impresión de que en vez de acercarse a la
salida se adentraban cada vez más hacia su interior.
Los
árboles adoptaban formas extrañas, sus ramas se retorcían y eso les daba un
aspecto siniestro.
De
repente los tres quedaron paralizados. Allí estaba, delante de ellos, en mitad
del camino, con menos de un metro de estatura, orejas puntiagudas, grandes
manos y pies, mirada penetrante y una sonrisa que producía escalofríos.
¡Hola!
Soy un duende, de la familia de los Emáticos, y me llamo Mat. Mat de los
Emáticos.
Sin
darnos cuenta hemos entrado en el bosque - dijo María – y ahora no encontramos
la salida. ¿Podría ayudarnos a encontrarla?
En este
bosque no hay camino de regreso, solo se puede seguir avanzando, hasta que os
encontréis de nuevo en el puente de entrada.
¡Vale!,
dijeron los niños, entonces sigamos.
¡Alto! -
exclamo Mat – al tiempo que saltaba de un lado a otro del camino y lanzaba al
suelo un puñado de polvo azul, que producía una explosión y una nube roja.
Asustado,
Pablo saltó detrás de María y Luís detrás de Pablo. María quiso retroceder pero
Pablo la sujetaba con fuerza por la cintura y no se lo permitía.
El
problema es - siguió hablando Mat como si no hubiese ocurrido nada – que desde
este punto solo podréis continuar si resolvéis un pequeño enigma.
¿Cuál?,
se atrevió a preguntar María con la voz entrecortada por el miedo.
Fijaos en
esos árboles ¿no os parecen extraños?
Un poco
sí, dijo Luís. No tienen hojas, solo tronco y ramas retorcidas.
Pablo
entonces se atrevió a hablar, también tienen unas frutas muy raras con números
y una raya.
María
interrumpió. No son números y rayas son fracciones, esa es 3/5.
Efectivamente,
confirmó Mat dando otro salto. Se trata de las frutifracciones del bosque. Como
veis en cada tronco hay una fracción y en cada rama un número.
Venid,
acercaros.
Los tres
niños avanzaron lentamente, procurando esconderse cada uno detrás de los otros.
¡Rápido!,
gritó el duende, no tengo todo el día.
Asustados,
Pablo y María trataron de retroceder, pero Luís les dio un fuerte empujón.
María dio un trompicón y se cayó de culo. Pablo tropezó con ella y terminó de
rodillas a los pies de Mat, que soltó una fuerte carcajada.
Mirad
aquí, dijo, mientras señalaba el árbol que estaba a su derecha. Este es el
árbol de la fracción 2/3 y todos los frutos que cuelgan de él son sus frutifracciones
equivalentes. En la rama del 2 cuelga 4/6, y en
la del 5, 10/15
Entonces,
introdujo la mano en el bolsillo de su chaqueta, sacó un polvo rosa, levantó el
brazo y lo lanzó al aire. De nuevo explotó produciendo ahora una nube de
colores: amarillo, azul, rojo, verde… Cuando el humo desapareció vieron que en
el suelo había una cesta de mimbre llena de frutifracciones.
Si
queréis continuar el camino tenéis que escoger tres frutis de esta cesta y
adivinar de qué árbol y de qué rama son.
Pablo se
adelantó, extendió la mano y cogió una. Llevaba marcada la fracción 9/15 .
Entre los tres empezaron a deliberar.
¿Cómo
podremos saber de que árbol procede?
Podemos
escoger un árbol, por ejemplo 2/5, y buscar fracciones equivalentes con los
números de cada rama a ver qué ocurre.
Bien pero
para no equivocarnos coge ese palo y lo escribimos en el suelo.
María fue
escribiendo las fracciones equivalentes a 2/5:/10; 6/15; 8/20
No sigas,
dijo Luís, ya nos hemos pasado. Tiene que ser otro árbol. Pero si seguimos de
esta manera podemos estar tres años para cada frutifracción.
De
acuerdo probemos de otra forma, dijo ahora Luís. Vayamos hacia atrás desde la
fracción
¿Cómo?,
preguntaron María y Pablo al tiempo.
Simplificando la fracción, mirad 9 y 15 se
pueden dividir entre 3. Cogió el palo y escribió en el suelo: 9/15 = 3/5
Tiene que
ser el árbol que tiene 3/5 en el tronco y la rama 3.
¡Bien!,
exclamó Mat de los Emáticos, pero todavía os quedan dos más.
Ahora fue María la que cogió una fruti y la enseño a sus compañeros 12/18.
Rápidamente,
casi quitándose la palabra de la boca y el palo de las manos gritaron los tres:
¡prueba con el dos! Pablo cogió el palo y fue escribiendo en el suelo: 12/18 =
6/9
¡ya está!
exclamó con satisfacción y empezaron a buscar el árbol en cuyo tronco debía
aparecer la fracción encontrada. ¡Horror! No había ningún árbol al que le
correspondiera esta fracción.
¿Qué
habremos hecho mal?, ¡con lo fácil que parecía!
A lo
mejor es que se puede seguir simplificando más la fracción, sugirió Luís.
Claro,
eso es lo que ocurre 6 y 9 también son divisibles por 3.
Entonces
fue María la que escribió 6/9 = 2/3
Enseguida
encontraron el árbol 2/3 y una rama con el número 6.
Ya solo
les faltaba encontrar el origen de una frutifracción más.
Vamos
Luís, te toca a ti sacar la última. Algo nervioso, Luís extendió la mano y sacó
una fruta más del cesto, 25/35. Esto estaba chupado, 25 y 35 se podían dividir
entre 5 por tanto 25/35 : 5/5 = 5/7
¡Sorprendente!,
verdaderamente tenéis un buen dominio de las fracciones. Os habéis ganado el
paso libre, dijo Mat. Dio un paso atrás, un par de volteretas y desapareció
detrás de un arbusto.
Casi
instantáneamente la luz empezó a filtrarse entre las ramas de los árboles y los
tres niños continuaron su camino, que rápidamente les condujo al puente en el
que habían empezado su aventura.
Todavía
nerviosos y emocionados lo cruzaron preguntándose si alguien creería la
aventura que acababan de vivir en el “bosque del que nadie volvía”, y que a
partir de ahora llamarían el “bosque de las frutifracciones”.
Y colorín
colorado este cuento se ha terminado.
Para
trabajar en la libreta:
Según
la lectura
1. Pasa
en limpio y a mano la lectura, anotando con un color diferente los acentos y signos de puntuación.
2. Encuentra
las 8 primeras fracciones equivalentes
de: 2/4, 3/6 y 4/8
3. Anota
tres ejemplos de la vida diaria, en donde utilices fracciones.
Para contestar en el blog:
1. Escribe,
¿Cuál es la idea principal del texto?
2. ¿Con
que tipo de fracciones trabajaron los amigos?
3. ¿Qué
es simplificar una fracción?
4. ¿Por
qué es importante reconocer las fracciones, según su tipo?